¿Sueles inspirar a tus hijos o eres la piedra en su camino?

¿Inspiras a tus hijos o eres la piedra en su camino?

¿Sueles inspirar a tus hijos o eres la piedra en su camino?

Hoy quiero introducir este tema, a partir de conceptos que podrían parecer económicos o de marketing. Antes de que me preguntes qué tiene que ver eso con la crianza y la educación conscientes para una vida fructífera, te digo que TODO. Ahora lo vas a entender.

Estos conceptos deben estar en permanente equilibrio y son:

Producto y Capacidad de producirlo.

Si pensamos por ejemplo en un automóvil, el producto vendría a ser lo que ese objeto nos provee, algo que se deriva de él y que lo trasciende. En este caso podría ser proporcionarnos transporte en comodidad y mayor rapidez. Es decir que el automóvil no es el producto, sino que el producto es lo que el objeto ofrece como beneficios, que es lo que esperamos que haga.

La capacidad de producirlo serían ciertos recursos, acciones y cuidados que tenemos que proveerle al vehículo para que funcione y haga lo que esperamos de él, como por ejemplo, ponerle combustible, mantenerlo en buen estado mecánico, controlar la presión de aire de las cubiertas,  chequear es estado de los frenos, etc.

Si esas acciones se llevan a cabo, el auto nos transportará eficientemente y hará lo que esperamos de él.

Pero si dejamos de ponerle nafta, en poco tiempo dejará de ser funcional. Simplemente no nos llevará a ningún lado.

Con los niños y jóvenes pasa exactamente lo mismo.

Todos nosotros como padres, queremos educar a nuestros hijos para que incorporen ciertos valores, cierto tipo de conducta, algún tipo de personalidad de preferencia e incluso hay padres que esperan que sus hijos hagan determinada actividad o estudien tal o cual cosa, etc.

Es decir que estos deseos o expectativas parentales formarían parte del “producto” que encarnarían nuestros hijos. Obviamente nuestros hijos no son objetos y no constituyen en si el producto, sino que el producto se formaría de lo que esperamos de ellos.

Si les brindamos cariño, cuidado, respeto, recursos, actitudes y acciones nuestras que mantengan la armonía física, emocional, psicológica, mental, familiar y espiritual de nuestros hijos, más probablemente puedan llegar a ser bastante similares a lo que deseamos para ellos, como ser personas de bien, responsables, resilientes, generosas, etc.

Pero si los descuidamos consciente o inconscientemente, sencillamente dejarán de funcionar y la crianza se tornará un caos total.

Por eso es que este artículo pretende dar un panorama de aquellas acciones o actitudes que los padres asumimos en la vida cotidiana, sin siquiera ser conscientes de ellas y, que podrían ser muy perniciosas para nuestros amados retoños.

Todos los padres sobre la tierra siempre tenemos las mejores intenciones con nuestros hijos, hacemos lo mejor que podemos con lo que sabemos y lo que tenemos.

Además tenemos que lidiar con nuestra propia historia, las carencias, los sufrimientos o los recursos que obtuvimos de nuestros propios padres en nuestra infancia y, equilibrar lo que aprendimos, nuestras creencias, conceptos, ideas e ideales, con lo que queremos transmitir a los chicos.

Si muchas veces nos equivocamos, lo hacemos sin intención de lastimar o perjudicar, aunque el desconocimiento puede generar resultados muy nocivos, muchos desequilibrios conductuales y emocionales y muchas dificultades en el día a día de toda la familia.

Muchos han vivido situaciones dolorosas en su propia niñez y arrastran esas experiencias a la educación de sus propios hijos, a veces repitiendo automatismos y otras intentando hacer todo lo contrario que sus progenitores por rebeldía, aunque lamentablemente la mayoría de las veces esa actitud no sale bien y genera resultados discordantes.

Lo que en las familias más se ejecuta automáticamente en lo cotidiano, como un programa de computadora en segundo plano y a nivel inconsciente, es el hecho de decir lo mismo que se decía en la casa de la propia infancia, repetir sentencias, juicios, ideas, valores, creencias, suposiciones de que tal cosa debe hacerse así o asá, costumbres, hábitos, etc. Usualmente se hablan en la mesa familiar ciertos temas que también se hablaban en el hogar paterno, se permiten y fomentan actitudes que fomentaban los ancestros y, se prohíben o se callan los mismos temas y secretos que se escondían en todo el clan familiar, por muchas generaciones.

Todas estas cuestiones se graban en el psiquismo en formación de nuestros hijos, generando creencias, conductas, hábitos y patrones que se reproducen también en segundo plano en la vida de todos los días y, seguirán reproduciéndose por varias generaciones para la posteridad.

Es nuestro deber paterno desentrañar estos misterios, para poder darles un vuelco satisfactorio desde la consciencia, que permita una mejor vida para todos y propicie hogares y ambientes familiares armónicos, fluidos, sanos y nutritivos.

Bien, ya entrando en el asunto, lo que primero salta como tema recurrente de las tantísimas novelas familiares, por cuestiones culturales, es el tema de la carencia / abundancia en relación a dinero y recursos materiales.

Aunque no lo crean es una cuestión que adquiere tal relevancia, que estructura y determina cómo se desarrolla la vida en cada casa.

Dependiendo de lo que se hable y cómo se hable, qué se diga, qué creencias inconscientes sustentan los dichos, los temas que permanecen secretos o se callan intencionadamente para mantenerlos ocultos, etc.; las personas que viven en ese hogar desarrollarán distintas personalidades, contarán con ciertas habilidades o generarán recurrentemente los mismos problemas.

Hace un tiempo desarrollé esta temática haciendo referencia a qué se habla en casa mientras están en la mesa, la cuestión del dinero y su relación con el deseo. Es un artículo nutritivo al que se le puede sacar mucho jugo, para llevar adelante una crianza más consciente y constructiva.

¡Si amas a tus hijos aprovéchalo! Aquí te lo dejo.

[article_box target=”_blank” image=”5437″ slogan=”Hablando de educación y salud ¿Qué enseñan nuestras emociones sobre el dinero?” title=”El deseo es el oro creativo. ” link=”http://silvanagonella.com/hablando-de-educacion-y-salud-que-ensenan-nuestras-emociones-sobre-el-dinero/”]

En la mayoría de las casas tenemos algún pariente inmigrante, alguien que ha sufrido la devastación de guerras y/o hambrunas, que se ha partido el lomo trabajando por un mendrugo de pan o, que ha vivido diversas situaciones de carencia, pobreza o falta de oportunidades.

En circunstancias tan penosas, usualmente las personas deciden que a sus hijos les darán todo lo que ellos no tuvieron, como un acto compensatorio de amor. No obstante si esa generosidad no va acompañada de ciertas enseñanzas de valores que las sustenten, en ocasiones pueden generar más daño que bien.

Si un papá que de niño fue pobre y en su casa faltaba mucho de lo más necesario, es natural que pueda adoptar la actitud de darle a su hijo cada cosa que pida, llenarlo de juguetes, objetos o recursos para que el chico no sufra esa carencia. Pero como también usualmente a ese papá no le transmitieron ciertos mensajes, no los tiene para enseñárselos a su vez a su hij@ mimad@.

Es así que el chico, la chica o el joven crece dando por sentado que obtendrá todo lo que quiera, cuándo y cómo lo quiera. Es común que no comprenda el valor de las cosas o no sepa lo que cuesta ganarlas u obtenerlas. También puede generar un falso sentimiento de merecerse todo por ser quién es y, no por hacer algo para ganárselo, o que al no generar esos bienes por sí mismo, no sepa cómo administrarlos y los dilapide o los malogre apenas los tenga en sus manos.

Todos nosotros conocemos casos así, niños mimados que han chocado los lujosos coches que sus padres les han regalado, han evaporado fortunas malgastándolas en placeres vanos y, han llegado a la adultez arruinados, sin un centavo o sin un lugar donde vivir.

Mi mamá me contó que el hermano del abuelo de mi padre, vivió como un lingera en la indigencia. Casos así debe haber a montones.

Luego también podemos conocer a alguien que se ha ganado la lotería y ha pasado de tener muchas carencias a ser un nuevo rico. Esos que automáticamente comienzan a gastar onerosas sumas en casas lujosas, coches de último modelo y diversos vicios, sin tener en cuenta que hay que pagar impuestos, ponerle muchos galones de combustible al coche, etc. El dinero sale mucho más de lo que entra y al cabo de dos años, se han gastado absolutamente todo, quedando más pobres que antes y teniendo que vender todos los bienes para pagar las deudas contraídas.

¿Por qué sucede esto con tanta frecuencia?

Simplemente porque la persona no ha sido educada para generar el dinero o para administrarlo sabiamente. Así adopta conductas perniciosas y destructivas de forma inconsciente y sin medir las consecuencias.

¿Te das cuenta de la importancia de una crianza y educación que aporte sustento inteligente, valores y conductas apropiadas para transitar los vaivenes de la vida?

También están esos chicos que aprenden a hablar de forma más entendible solo muy tarde, ya que su madre especialmente, interpreta todos sus balbuceos. El nene dice “tata” o “gaga” y la madre se apura en darle agua o hacerlo dormir.

Otros adultos permiten todo a sus hijos y no saben ponerles límites, de tal forma que los chicuelos se transforman en déspotas y en casa reina la “Filiocracia”. El pequeño se convierte en un tirano que tiene a todos los monos bailando para él y, pareciera que los adultos no tienen ningún poder o autoridad.  ¿Conoces algún caso similar?

En fin, hay muchos niños a quienes sus padres no han sabido inculcarles el valor de las cosas, el respeto, valores sanos y sufren horrores en su vida cotidiana.

En general los padres que se permiten esas licencias son los mismos que han tenido severas carencias en su infancia y no han sabido capitalizar sus faltas.

En mi caso particular, en mi hogar toda la vida hubo sólo lo estrictamente necesario, pero eso que me faltaba, yo he aprendido a ingeniármelas para conseguirlo, he tenido que agudizar la imaginación y crear todo el tiempo cosas de la nada.

Aprendí muchísimo, descubrí los procedimientos para hacer casi de todo, desarrollé un gusto especial por generar mis propios bienes y ser independiente. Hoy de adulta sigo sacándole partido a la enseñanza que me dio la vida. Es decir que mis carencias en realidad son todas las fortalezas de las que hoy en día puedo enorgullecerme.

Lo que me faltó cuando era chica, es lo que me sigue impulsando a avanzar con motivación propia. Me dio la fortaleza y la voluntad para esforzarme por lograr lo que quiero y me impele a lanzarme a cumplir todos mis sueños, con la certeza de que sea como sea voy a lograrlo.

Tenemos a los niños mimados a quienes los padres les han llenado los bolsillos sin que mediara ningún esfuerzo de su parte, pero también tenemos situaciones exactamente opuestas.

Están esos padres que se la ponen bien dura al niño, lo regañan, lo retan, le ponen límites demasiado duros y nunca le dan espacio para que el chico experimente y comprenda lo que es el caos, eligiendo conscientemente buscar la armonía.

¿Si nunca permites que tu hijo se aburra, cómo va a saber lo que es encontrar una actividad apasionante?

¿Quieres ponerle actividades todo el tiempo para obturar tus propios vacíos internos?

¿Le propones todo el tiempo actividades y no lo dejas descubrir cuáles le gustan más a él o ella?

Si tu hijo está tranquilo, haciendo nada… ¿Te pones pesado machacándolo que haga esto o aquello, porque tu percepción distorsionada te sugiere que está perdiendo el tiempo?

¿Y qué tal si en ese momento de aparente nada, el chico está creando, imaginando, diseñando sus sueños y su futuro?

¿Piensas taponar ese deseo de expansión, diciéndole lo que tiene que hacer, cómo, cuándo y durante cuánto tiempo?

¿No te das cuenta de que eres un padre intrusivo y pesado, cuando deberías ser cariñoso y propiciador de ambientes y actividades armónicas que el chico descubra por sí mismo?

¿Crees que tú sabes y comprendes mejor las necesidades de tu hijo, sólo por ser un adulto? ¡Vaya soberbia!

Cuando ejerces presión externa a tu hijo ¿sabes lo que pasa?

Cuando le das órdenes a un pequeño, por ejemplo, no toques tal aparato, no juegues con tal cosa, no saltes en la cama, el chico es lo que más va a desear hacer y efectivamente lo que más va a hacer.

No se trata de que te esté desobedeciendo, sino que las órdenes no se procesan en el cerebro y sólo rebotan en la mente consciente.

En cambio cuando haces una sugerencia y le permites al niño tomar una decisión en base a su criterio y experiencia, lo motivas a hacer algo por propia convicción y, ese es el verdadero aprendizaje.

Supongamos que no quieres que el niño se acerque a la electricidad, solo muéstrale algún video o un ejemplo de qué pasa si alguien mete los dedos en el enchufe, pero ni se te ocurra darle la orden de que “no toque el enchufe”, solo deja que el pequeñito se dé cuenta de las consecuencias y decida por sí mismo no tocarlo.

Por sí mismo y solito, hará la elección consciente de no querer tocar el enchufe, porque teme a las consecuencias.

Pero ojo, no debes extralimitarte metiéndole miedos innecesarios, porque generarás pavor en tu hijo, que más temprano que tarde tendrá miedo hasta al aire y quedará inerte sin poder hacer nada ni hablar con nadie.

Tienes que desarrollar como padre o madre, un criterio sano para que tu hijo evite el peligro y en su lugar haga lo más productivo.

Y recuerda intentar con todas tus fuerzas, no romper el equilibrio producto / capacidad de producirlo.

Como dije antes, considero que todos los padres hacemos lo mejor que podemos, pero lamentablemente muchas veces le pifiamos bastante feo, porque albergamos una gran cantidad de percepciones distorsionadas; creencias erróneas; tergiversaciones de nuestra propia mente y actitudes equivocadas, que arruinan la personalidad, el bienestar y la felicidad de nuestros hijos.

Por eso tenemos que tener mucho cuidado.

Necesitamos hacer una concienzuda introspección y develar nuestras propias motivaciones internas, para que nuestros amados hijos no tengan que sufrir desavenencias en la vida por no saber qué quieren lograr, culpando a todos y a todo de sus fracasos, dependiendo emocionalmente y apegándose a objetos y personas…

Porque los responsables de esas  confusiones vitales son los padres, que por ignorancia han roto el equilibrio de producto / capacidad para producirlo, de lo que hablamos al principio.

Si tú quieres enseñar a tu hijo a compartir, obviamente no puedes obligarlo a hacerlo, porque así sólo lograrás que le importe un comino, y eso es porque el cerebro funciona de esa manera, nada más.

En cambio dale el ejemplo de cómo compartes tú, cuanto placer obtienes compartiendo, siendo generoso y sintiéndote bien cuando ayudas y… así tu hijo decidirá que es bonito compartir y querrá hacerlo de motus propio.

Si estás todo el tiempo presionando a tu hijo, dale que dale, ordena tu cuarto, ordena tu cuarto…

El día que te olvides de darle la orden o el perciba que tú no estás viendo, ¿qué va a pasar? Que su cuarto será un desmadre y reinarán el desorden absoluto, la suciedad y el caos total.

Pero si en tu casa eres ordenado, prolijo y tus hijos te ven disfrutar de bonitos y armónicos espacios agradables y limpios… sin necesidad de presionarlos, ellos elegirán solitos acomodar su cuarto, porque sabrán lo bien que los hace sentir vivir en un ambiente ordenado.

Si quieres que comprenda el valor del orden y la limpieza, déjalo que experimente. Su espacio es suyo y no tienes derecho a invadirlo.

Respeta sus espacios, aunque obviamente debes forjar la autoridad suficiente para lograr que tu hijo respete los espacios comunes.

Pero definitivamente deja de ejercer presión externa y permite que tu hijo experimente y, por convicción (presión interna) haga lo mejor.

El aprendizaje es efectivo cuando pasa de ser una orden externa a ser una orden interna.

Ejemplo de lavarse los dientes… la mayoría de los chicos a cierta edad, evitan a toda costa lavarse los dientes, pero si estás que lo machacas, lo presionas y constantemente le ordenas “lávate los dientes”… obviamente no lo hará, o estará esperando la oportunidad de ir a dormir de la abuela o de un amiguito para no lavárselos y omitir de cumplir una obligación.

Pero si por ejemplo cada vez que el chico se te acerca y su mal aliento te desmaya, dile de forma tranquila, sin retarlo ni gritarle, que huele mal y que probablemente sus amigos se alejen por el olor fétido de su boca…

Verás que el día menos pensado, aparece a abrazarte con un hálito fresco y limpio…, simplemente porque se dio cuenta por sí mismo que es desagradable estar con alguien que tiene mal aliento.

¿Quién te dijo a ti que lo que crees y piensas es lo correcto?

Tu hijo necesita experimentar, sacar sus propias conclusiones y establecer maneras de ser y estar en el mundo que le sirvan a él mismo.

Tus hijos no son tuyos, tú sólo fuiste el chofer del taxi que le permitió llegar este planeta. Ellos sólo te eligieron a ti como vehículo para aterrizar aquí.

Tus hijos han venido con una misión infinitamente más grande que la que has podido pergeñar en tu imaginación más frondosa y, que supera sideralmente la función de ser hijos tuyos.

Sus vidas tienen un plan mucho más grande, tienen un camino hermoso, brillante, muy largo y tú como padre, eres solamente un actor en ese/esos caminos, que además son diferentes para cada hijo.

Tu trabajo más sublime no es quitar las piedritas de su camino, tu trabajo es apoyarlos cuando se caigan de cara al piso.

 

Solamente puedes informarles de que tú ya te caíste frente a esa piedra y qué hiciste con eso, cómo reaccionaste, cómo te equivocaste, qué aprendiste y cómo lo capitalizaste… ¡Nada más!

No te corresponde ponerle curitas a tus hijos y tampoco sacárselas, ni prohibirles que vean las piedras o se crucen con ellas, no es tarea tuya evitarle las caídas o solucionarles los problemas.

Sé respetuoso y date cuenta que sus vidas son sus caminos y les pertenecen plenamente.

Todos y cada uno de nosotros aprendemos de nuestros errores, porque con ellos experimentamos y sacamos alguna enseñanza.

El mensaje por excelencia del cerebro es el “dolor”.

Mete la mano al fuego y te darás cuenta de que ya no quieres hacerlo…

¿Se necesitó mucha ciencia para que te dieras cuenta que el fuego quema?

Realmente no y, seguramente bastó una sola vez en la que te quemaste, para aprender de esa experiencia.

Por el contrario, ¿Quieres que tu hijo haga algo?

¡Prohíbeselo!, aunque suene gracioso.

En psicoanálisis se sabe que cuando quieres que algo perdure o crezca, es mejor reprimirlo… En la vida cotidiana pasa lo mismo.

La mayoría de los jóvenes que por ejemplo no han adquirido el hábito de fumar, es porque en sus casas no se lo prohibieron.

La vía opuesta también es cierta: para quienes en sus hogares era un tabú el tema de las drogas, el alcohol, el sexo…, han tenido padres extremadamente miedosos a que sus hijos cayeran en vicios y desde el hogar consciente o inconscientemente, han ejercido una fuertísima prohibición, son los que lamentablemente han sido víctimas de tales cuestiones y, en la vida han sufrido los peores horrores.

Puede resultarte extraño, pero piénsalo…

Así funciona la mente y no es culpa de nadie, sólo es un hecho.

En esta galería de imágenes te dejo algunas preguntas para reflexionar

Recuerda que tus hijos no son tuyos. Deja de creer que tienes la razón, que lo que piensas es verdadero, bueno y conoces o sabes más…  ¿en base a qué?

Todo lo que tú crees y das por sentado, también viene de los condicionamientos de tus progenitores y la cultura en general.

Ten presente que a su vez cuando eras chico, tus padres hacían eso contigo y la verdad es que no te gustaba. Ellos sabían lo que sabían, porque lo recibieron de sus propios padres, pero tú siempre has sentido que aun cuando no lo hicieran a propósito, te estaban robando el derecho a elegir y a ser auténtico.

A los niños que más los obligan a ir a la iglesia, son los que más rápidamente generan aversión a todo lo que representa la espiritualidad, porque confunden religión con espiritualidad verdadera. ¿Y qué es la espiritualidad?  Es, nada más y nada menos que la conexión íntima con una perspectiva superior, sea la que sea, que todos necesitamos para poder desarrollarnos, evolucionar y vivir en paz.

Si los adultos le roban a los niños la espiritualidad obligándolos a participar de religiones, lo único que hacen es generar que esos chicos vivan en la apatía absoluta, sintiéndose separados de todo, culposos, no merecedores, pecadores y desviados. Suponen que Dios no existe y si existe es un malvado vengativo que a veces da y otras quita, solamente porque sus padres trataron de meterle a Dios hasta en la sopa.

¿Quieres hacer eso con tus hijos?

Tus hijos han venido para que los guíes con sus propias lecciones y no para que vivas su vida como si te perteneciera.

¿Quieres fomentar una buena comunicación con tus hijos?

Primero desarrolla una buena comunicación contigo mismo, conócete, aprende a amarte, descubre tus necesidades, elabora deseos, construye sueños, ve por ellos, experimenta, equivócate, levántate, empieza de nuevo, vuelve a fallar, aprende de tus propias lecciones, saca tus conclusiones, crea un pensamiento propio, vive por tus propios deseos, atrévete a ser diferente, anímate a brillar, date permiso para ser curioso, se feliz y recién ahí estarás en condiciones de ser un buen padre o madre.

¿Cómo quieres vivir?

¿Cómo quieres que vivan tus hijos?

Todo lo demás es pura patraña sociocultural, que únicamente genera personas sufrientes y llenas de problemas, que ven la vida como una dificultad y no reconocen que la existencia es un verdadero regalo que brinda un sinfín de oportunidades.

¿Eres un buen padre o una buena madre?

Si no lo eres ¡plantéate y busca la manera de evolucionar YA!

Tus hijos vivirán como quieran y serán mejores, cuando TÚ los inspires con tu ejemplo.

Despreocúpate de marcar una línea determinada y de redactar un manual de instrucciones de cómo deberían vivir, ya que la mayoría de las veces esos condicionamientos culturales, a ti mism@ te han funcionado muy mal.

Mejor ocúpate de hacer que cada uno de tus pasos sea sólido, tenga una dirección acorde a tus deseos, charla de eso con tus hijos y los vas a inspirar naturalmente y sin presiones, a que sigan tu filosofía y compartan tu visión de la vida.  

¿Qué significa inspirar?

IN = dentro de.

Spirar = Espíritu.

Inspirar es recordar que cada uno de tus niños es un espíritu con sus propias aspiraciones, misión y destino, que está sobre la tierra para vivir su propia experiencia acerca de lo que es ser un humano.

Inspirar implica mostrar con el ejemplo que el dolor es obligatorio y se necesita para aprender, pero el sufrimiento ES OPCIONAL.

¿Quieres que tu hijo siga un buen camino?

Inspíralo a que lo siga a través de dar el ejemplo de seguir tu propio camino, cueste lo que cueste.

No se lo dictes, no se lo marques, no se lo ordenes, porque él solito lo va a hacer si considera que es lo mejor para él.

No intentes llenar tus propios vacíos ni cumplir tus sueños rotos a través de tus hijos… vive tu propia vida y arregla lo que en la tuya está mal ahora mismo, tienes tiempo y millones de oportunidades… ¿Qué esperas?

¿Sientes que eres feliz al 100% en cada una y todas las áreas de tu vida?

Si en una de ellas la respuesta es NO, significa que aún no eres un buen modelo para que tus hijos sigan. Observa tu propia vida… ¿Realmente quieres que tus hijos sigan tu camino?

Si lo piensas dos veces, te darás cuenta de que no eres tan mezquino. Dales a ellos el derecho de equivocarse por sí mismos.

 

El respeto SE GANA, no se impone, y si crees que tus hijos deben respetarte a como dé lugar… tienes una perspectiva muy pobre de la vida.

Deja de querer definir la trayectoria que deberían tomar tus hijos… sólo se respetuoso y permite que ellos encuentren qué quieren, para qué lo quieren, cómo lo quieren, qué harán para conseguirlo, cuál es su misión de vida, su propósito, su vocación y sus deseos.

No les robes la capacidad de autodefinirse y autoconstruirse por presión interna.  

¿Te has ganado el respeto de tus hijos?

¿Quieres que tus hijos brillen y sean los mejores?

Tienes que brillar TÚ como un SOL…

Con mucho cariño

Si por alguna de las cuestiones que hablamos o por cualquier otra causa, tu hij@ está sufriendo ayudal@, consultame vos y juntos diseñaremos un plan ético para que su vida mejore en todos los sentidos. 

¿Cuál es el mejor mensaje y ejemplo
que puedes darle a tus retoños amados?

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Que capacitarse y ser excelentes en lo que quieren hacer, asegura el éxito y la felicidad.Click aqui

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