Estimada Silvana! Es un agrado responder tu mail. He recibido tu libro y apenas he realizado una lectura exploratoria. Algunos detalles ya los había leído pero desde costados diferentes y me ha resultado muy agradable encontralos integrados. Es como que al fin empieza a cobrar sentido. Voy a dedicar este fin de semana a leerlo con detenimiento.
POR AHORA, respondo para destacar dos hechos que me impactan. En primer lugar… estoy reconociendo, al fin, que soy sobrepretectora… no lo veía porque… mas bien cocinaba la otra cara de la milanesa: siempre viéndome y juzgándome como una madre imperfecta, sin tiempo y llena de culpas (esa cara de la mila ya está negra carbón…)
En segundo lugar, me tranquiliza saber tu opinión acerca de los médicos. He cambiado a mis hijos de pediatra muchas veces… siempre por lo mismo: en los controles son fantásticos y te alimentan con palabras el sentimiento de contensión. Basta que tus niños se enfermen para saber que ayudar a sanarlos no es el verdadero propósito de sus vidas. Nunca pueden. Nunca están. Y te mandan a una guardia.
Llena de impotencia. Malhumorada. Completamente desconectada de mi instinto maternal. Asi me han dejado siempre (no: asi me he quedado siempre). Ya he aceptado que es lo que hay. Ya no buscaré más al pediatra que busco porque no existe (aunque ellos lo vendan asi! Es una jaula para ellos en la que evidentemente ya no entro, o no cabo, como dice mi niño menor)
Bueno… encontrarte me motiva a buscar adentro lo que creo que no vendrá de afuera.
Ojalá este sea el comienzo de mi proceso de sanación que traerá a esta casa la paz que tanto busco y la que quizas tan solo deba abrirle la puerta.
Cuando tenga alguna duda, creo que voy a escribirte para que me sugieras nuevas lecturas.
Un abrazo y gracias (muchas)!
Luciana A.