¿Por qué mi hij@ no quiere comer?

¿Por qué mi hij@ no quiere comer?

¿Por qué mi hij@ no quiere comer?

Querida mamá, en éste post decididamente NO vas a encontrar recetas mágicas o trucos para lograr que tu pequeñ@ coma.

Tampoco vas a encontrar un tratado nutricional y mucho menos los consejos de la medicina tradicional.

Mi intención está lejos de eso y, lo que más me importa es que conozcas las razones por las que tus hijos se resisten a comer y comprendas sus procesos evolutivos.

Principalmente intento alejarme del catastrofismo cultural y lograr que hagas a un lado la preocupación y el miedo.

En su lugar deseo que reconozcas y te liberes de las creencias populares pseudocientíficas que interpretan al cuerpo como una mera máquina en la que la alimentación es el combustible.

Por eso estimada mamá, si lo que buscas es reproducir costumbres y mandatos o imponer una determinada forma de “comer” que consideras correcta y sana, ya puedes abandonar ésta lectura porque ciertamente no te dará lo que buscas.

Los niños del nuevo milenio no están aquí para reproducir patrones culturales de antaño. Ellos han venido a crear formas de vivir mucho más evolucionadas y sutiles. Silvana Gonella

Por eso es necesario que hagamos un salto cuántico y conceptualicemos la alimentación bajo una luz completamente nueva.

Si tu amor maternal y tu poder de comprensión inherentemente femenino te lleva a buscar nuevas formas de ver la vida, educar, “nutrir” el cuerpo y el alma de tus hijos…

¡Este es tu espacio y te doy la Bienvenida!

Necesitamos tomar consciencia de que para los chicos de ésta generación, la alimentación es un factor diferencial en la construcción de su SER.

Lo primero que debemos poner bajo la lupa es lo que entendemos por “hambre”. ¿Hambre de qué?

Hay muchos niveles de hambre y la mayoría de ellos no se relacionan en absoluto con llenar el estómago y hacer la digestión.

Si tu hijo es menor a 17 años de edad es muy probable que coma muy poquito y a deshoras, sea delgadito y no tenga un gran afecto por la comida, por más “sana” o “rica” que ésta aparente ser.

¿Eso es lo que te está preocupando?

Hay muchas razones por las cuales tu hij@ no desea comer, pero quiero darte desde ahora la tranquilidad de que tu pequeñ@ es totalmente san@ y se está desarrollando adecuadamente.

Por supuesto estoy generalizando, pero más adelante veremos los casos en los que sí hay algún trastorno o intolerancia a la alimentación.

Si has leído cualquiera de mis artículos sabrás que no soy alarmista, muy por el contrario, suelo ser bastante relajada y puedo demostrarte con pelos y señales porqué es mejor que dejes tus miedos de lado. Mi vocación es mirar siempre y de preferencia lo que está bien y soy de las que evitan patologizar cualquier manifestación.

Habrás notado que tu criaturita es bastante diferente en su comportamiento, sus gustos, preferencias y en su aspecto físico de lo que nosotros mismos éramos a la misma edad. Incluso se diferencian bastante de sus hermanos mayores.

En general, aunque recalco que estoy generalizando, estos niños son de contextura pequeña, delgaditos, de ojos grandes y expresivos en rostros con frentes muy amplias y, gustan de actividades mucho más pasivas y contemplativas que sus hermanos mayores.

Tienen un gusto especial por la lectura o actividades tranquilas de introspección, suelen ser habladores elocuentes y en general dejan pasmados a adultos y ancianos.

Parecen vivir montados en arcoíris de colores, alejados de la realidad mundana y hasta a veces puedes observar que se comunican con seres fantásticos de otras dimensiones.

Pues no sólo parece sino que es completamente REAL para ellos.

Son chicos exquisitamente creativos, comunicativos y cariñosos comparados con los de cualquier otra generación.

Pero la característica más llamativa y que nos interesa en éste artículo, es que comen muy poquito; en general tienen cierto rechazo por las proteínas animales y, si comen verduras o frutas lo hacen en porciones muy pequeñas y aisladas en el tiempo.

Las mamis suelen preocuparse porque consideran que no se están alimentando bien y de hecho los ven muy flaquitos.

En ocasiones parecen tener una piel más transparente que el resto de los chicos.

También es muy común que mientras están sumidos en sus pensamientos o juegos, no les importa nada más que dedicarse a eso.

No hay comida que despierte su interés aunque sean postres y dulces.[/su_note]

¿Sabes por qué? El azúcar refinada, los lácteos, la comida procesada y los químicos les resultan demasiado intensos y prefieren sabores más neutros y sobretodo menos nocivos.

Aunque no lo creas, el inconsciente biológico de sus pequeños cuerpitos sabe exactamente lo que les conviene ingerir y qué alimentos son tóxicos para su sistema.

Así, de forma automática rechazan sustancias, sabores y aromas que no son compatibles con su sistema corporal refinado y mucho más luminoso que el de sus papis y mamis. No lo hacen a propósito, sino que es como si tuvieran sensores que detectan las incompatibilidades de los alimentos y sencillamente no quieren comerlos.

Son niños extremadamente sensibles y también más usualmente de lo que los padres quisieran, padecen intolerancias a distintos alimentos como Celiaquía, intolerancia a la lactosa y algunas otras. La razón te la expliqué brevemente dos párrafos hacia arriba.

Desde ya te digo que las intolerancias alimentarias de éstos niños NO son enfermedades, sino más bien modos de adaptación a la densidad del mundo en el que vivimos.

Es bien sencillo de comprender: si tu pequeño es Celíaco o no tolera la leche de vaca, su organismo te dice de forma abierta que ese tipo de comidas son tóxicas y que necesita consumir otras variantes para funcionar. Gracias a la intolerancia alimentaria tú como mamá nunca le darás lo que le hace daño. No olvides que su sistema es muchísimo más sutil que nuestros cuerpos de adultos.

Eso es lisa y llanamente porque su ADN está conectado y codificado con frecuencias muy superiores a las nuestras y, su genética los impele a evitar alimentos que no vibran en las finas frecuencias de sus células, tejidos, órganos y sistemas corporales.

Son niños inusualmente inteligentes y perceptivos que aún sin saberlo, se comportan como antenas que detectan lo bueno y lo malo de su medio ambiente.

Por ello escapan no solo de alimentos que les resultan nocivos sino también de relaciones tóxicas. Obviamente porque el alimento físico está íntimamente relacionado con el alimento del alma.

Son niños que suelen darse mucho a la lectura; las charlas profundas con preguntas de nivel elevado; actividades que enaltecen su espíritu y, a juegos normalmente pacíficos, no competitivos y muy diferentes a los que elegíamos nosotros cuando éramos chicos.

Nosotros (los adultos) preferíamos juegos físicos, enérgicos, de correr, saltar, trepar, explorar y que demandaban mucha energía. Solíamos jugar a la mancha, al poli-ladron, a las carreras, las escondidas o hacer deportes y buscar entretenimiento en la competencia.

En cambio nuestros niños gustan de juegos que implican la motricidad fina, el arte, la música, la escritura o la lectura… Éstas son actividades con las que logran estructurar su Ser, alimentan su alma y elevan el espíritu, pero obviamente requieren un gasto de energía física mucho menor que nuestros propios juegos de infancia. Su gasto energético viene de la retroalimentación que su mundo interno les provee.

Por eso es tan común verlos ensimismados largas horas haciendo un dibujo y es tan difícil hacer que vengan a la mesa a comer con todos nosotros.

Sin embargo ellos parecen crecer y desarrollarse aún con poquísimo alimento, pero sobretodo el crecimiento se nota en sus mentes que son inusualmente activas, despiertas y sensibles.

“Siempre digo…” (mi amiga P L se va a reír), que [piopialo vcboxed=”1″]mientras un niño juegue es un niño sano, independientemente de que coma poquito y sea muy delgadito.

La ecuación de funcionamiento de su pequeño y magro cuerpecito sería algo similar a esto:

…Si juega no puede “perder” tiempo comiendo. Si come no puede dedicarse a lo que más anhela en el mundo y lo que más necesita que es jugar.

Habrán notado que estos chicos mientras juegan casi no comen o, directamente no toman ningún bocado.

Es que el juego es una actividad que ALIMENTA y favorece el desarrollo del alma. Es comprensible que no quieran perder su precioso tiempo en cuestiones mundanas como la alimentación, que se vuelve secundaria y superflua.

Hago un pequeño inciso: Nuestra querida Gabriela Dialoguista realizará un Taller sobre el Juego en Septiembre. Estoy segura de que va a estar genial y divertido. Para ampliar hizo un lindo artículo llamado “La importancia del juego como elemento Vital”, que es un tema sumamente oportuno y relacionado con lo que estamos hablando.

Entiendo que “juego” es cualquier actividad que los chicos realicen con gusto, que los divierta, los apasione y los haga permanecer horas haciéndolo con el mismo entusiasmo del primer segundo, incluidos los juegos de computadora o la lectura y el arte.  

Mi hija de 17 años es flaca como un mondadientes, tiene la contextura física de una chica de 12 o 13 años, musculatura poco desarrollada y come verdaderamente poco.

Es muy común que pase largas horas sin tomar bocado y que a la hora de cenar no desee sentarse con nosotros.

En general no le gustan las comidas que los adultos deseamos, hasta los sabores de los condimentos la perturban y, se queda sin cenar por elección, aun cuando a veces le rogamos que coma algo cuando lo que cocinamos suele ser bastante sano. Claro está que bastante no es suficiente.

Sin embargo ella se desarrolla perfectamente física e intelectualmente y, es perfectamente funcional de cuerpo y mente.

Es una excelente bailarina y se divierte con lo que ama hacer. El baile alimenta su alma de una forma que no podría hacerlo ni “la sopa de pollo” de la abuela más experta cocinera.

Todos podemos observar que los niños que nacieron después de los años 1998 o 2000, no se interesan verdaderamente por la comida y tienen intereses mucho más altos. Necesitan producir una energía mucho más sutil que normalmente roza con lo espiritual y su consumo energético a nivel físico es mucho menor.

Pueden estar perfectamente sanos ingiriendo pequeñísimas dosis de alimento, ya que ellos cuentan con una reserva energética inagotable que proviene de sus almas y eso les basta y sobra para estar en pie y hacer todas sus actividades sin ningún tipo de problemas.

Es alarmista y erróneo pensar que estos niños sufren alguna disfunción. Si algo es disfuncional, son los sistemas que no son adecuados a la evolución continua de la especie humana.

Habrán notado que cuando más evolucionado espiritualmente es un ser humano, menos comida necesita y eso es especialmente evidente es la gente que medita o tiene algún tipo de práctica espiritual.

En los años 60 o 70, lo normal y considerado socialmente saludable eran los cuerpos fornidos, musculares y grandes.

Yo soy una de esas y mi contextura es redondeada tipo guitarra, de caderas anchas para hacer camino al andar, de músculos grandes, huesos firmes y hombros bien formados.

Seguramente las mamis que están leyendo éste artículo tienen cuerpos bastante similares al que les describo.

Nosotros necesitábamos esa contextura potente para hacer frente a los desafíos cotidianos que tenían que ver más con el esfuerzo que con la eficiencia.

Nuestros compañeros masculinos también son generalmente fornidos y requieren consumir muchas calorías para estar satisfechos.

Nuestra generación “vive para comer” y ya sabemos la carga emocional que le transferimos a los alimentos, especialmente los dulces.

En los ochentas, los yoguis o los monjes eran quienes destacaban por su delgadez, ya que por sus prácticas espirituales comían de forma muy magra y en una cantidad mucho menor a lo que comíamos las personas comunes.

En éste artículo no descarto que haya niños que tengan algún trastorno alimentario real o, alguna condición médica que les impida comer. Si tu chiquito está padeciendo, puedes consultarme y juntos podemos dilucidar las Causas Psico-Bio-Emocionales de su problemática, para que pueda sanar rápidamente y tener una vida feliz.

Pero los chicos de hoy normalmente sólo necesitan dosis energéticas de estilo homeopático: minúsculas / concentradas y, con  eso pueden llevar una existencia perfecta en calidad y armonía porque han evolucionado.

Nuestros hijos suelen tener cuerpitos rectos, caderitas y hombros estrechos, independientemente de que sean varoncitos o niñas.

[piopialo vcboxed=”1″]Sus cuerpos sólo tienen que sostener grandes intelectos y el camino difícil ya lo pavimentamos nosotros.[/piopialo]

A ellos sólo les toca fluir y avanzar en el camino que nosotros hicimos con nuestro esfuerzo.

¿Ahora entiendes porque tu hij@ no quiere alimentarse?

Ya podrás darte cuenta de la diferencia abismal entre “vivir para comer” y “comer para vivir”.

Es que comer para llenar el estómago que chilla por ansiedad, responde a un hambre que no es real. Comer por comer es a sus ojos una actividad un tanto animalesca, vacía de consciencia y propósito verdadero.

El hambre de los chicos de éste milenio pasa por otro lado… no es hambre de afectos, sino que es un hambre de desarrollo espiritual.

Así que yo como mamá te digo que si tu chico o chica te deslumbra con su sonrisa prístina, te habla de temas tan elevados que te dejan boquiabierto, te da lecciones de vida que emanan sabiduría y va por la existencia derramando su luz…

Aunque sea delgad@ como una Sílfides no te preocupes, da gracias por su evolución… relájate y PERMITELE SER. 

Con mucho cariño


Comparte

Artículos del blog

Suscríbete y recibe las novedades en tu email

Pin It on Pinterest

Scroll al inicio